viernes, 5 de enero de 2018

Día 3 en Alaska (31/08): Denali National Park por libre


Nuestra segunda jornada en Alaska la pasamos íntegramente en el Parque Nacional de Denali. Nos despertamos en el apartadero junto a la carretera donde habíamos pasado la noche, con algo de ruido pero en general bastante bien.

Lo primero que hicimos después de desayunar fue ir al Riley Creek Mercantile para ducharnos. Aunque podíamos hacerlo en la caravana se nos hacía un poco raro aún y además allí podíamos aprovechar mientras el wifi gratuito y cargar aparatos sin tener que encender el generador. Las duchas, que están en el edificio contiguo a la recepción/tienda, funcionan con fichas o token que se compran allí mismo (4,50$/persona 10 minutos), al igual que las lavadoras y secadoras de ropa. Los baños estaban bastante limpios, cuentan con cabinas individuales contiguas y una zona de lavabos común. Mi problema vino al conectar el secador de pelo, ya que se me había olvidado comprobar si la tensión era compatible con la de EEUU y como era inferior apenas tenía potencia por lo que tocaba paciencia y recurrir a los secadores de manos del baño.


El Parque Nacional y Reserva de Denali engloba una superficie de casi 24.600 kilómetros cuadrados, salvaje en su mayor parte, y atravesados únicamente por una pista de gravilla de 92 millas (asfaltada hasta la milla 15). El Parque fue constituido como tal en 1917 y en 1980 fue declarado Reserva.



En él hay multitud de actividades qué hacer: recorridos en autobús, rutas de senderismo guiadas o por libre, charlas de los rangers, centros de visitantes con todo tipo de información, demostración de trineos de perros, etc.

Para el día siguiente teníamos reservado el autobús para ir hasta Wonder Lake por lo que esta jornada la dedicamos a las primeras 15 millas de carretera del parque que se pueden recorrer con vehículo particular. Fuimos de fuera hacia adentro, ya que además habíamos reservado plaza para dormir esa noche en el Savage River Campground, situado en la milla 14.

Por ello lo primero que hicimos fue acercarnos al Wildernes Access Center, a pocos metros de Riley Creek, centro de recepción de visitantes con información, tienda de recuerdos, cafetería, servicios y wifi gratuito. Aquí es donde se hace el check-in de los camping y se pueden adquirir o validar los billetes de autobús. El acceso al Parque Nacional conlleva el pago de una tasa de 10$ pero si se contrata un bus o nos alojamos en alguno de los camping ya se abona con ello. Respecto al camping, entregando los papeles de la reserva nos dieron una hoja con nuestros datos que debíamos colocar en el poste de la parcela del camping que escogiésemos al llegar.


En cuanto al autobús, preguntamos si podíamos cambiar los billetes del día siguiente para primera hora (6:15) ya que cuando lo reservamos por Internet un par de semanas antes el primero con plazas libres era el de las 7:15 y queríamos salir cuanto antes porque es cuando en teoría es más fácil ver animales. Sin embargo, no hay ningún problema en cambiarlo una vez allí ni tuvimos que pagar nada, aunque en las condiciones mencionaban que cobraban 6$ por cambios y cancelaciones hasta 24 horas del trayecto y el valor de la reserva a partir de ahí. En temporada alta y en especial si se dispone de pocos días es conveniente reservar anticipadamente pero si no encontramos plazas online no implica que no quede ninguna ya que sólo sacan el 65 % de las plazas a la venta por Internet. De hecho en nuestro caso vimos en las pantallas como había disponibilidad casi total para lo siguientes días.


Preparando el viaje habíamos estado mirando posibles rutas en las primeras millas del parque para este día y finalmente nos decantamos por la Horseshoe Lake. Quizá esta zona al ser la más transitada no es la más interesante, aunque los omnipresentes paneles informativos nos previenen de que podemos encontrar osos o algún otro animal salvaje en cualquier momento. Sin embargo queríamos darle una oportunidad y en particular de esta ruta nos había llamado la atención que era posible ver castores en el lago, ya que hay numerosas presas construidas por ellos y teníamos curiosidad.

En total son unas 3 millas ida y vuelta (menos de 5 km) con 60 metros de desnivel, por lo que se puede hacer tranquilamente en una hora y media.


Es posible iniciar la ruta en el Denali Visitor Centre o una opción más corta junto al cruce de las vías del tren y la carretera del parque (Park road) en la milla 1.2. Aquí hay un pequeño aparcamiento, pero no es demasiado grande y podemos vernos obligados a ir al aparcamiento principal junto al centro de visitantes. Nosotros encontramos sitio y la iniciamos allí.




Desde ahí se avanza unos metros junto a las vías hasta empezar el descenso por un camino acondicionado que se adentra en el bosque.



Aunque suele estar bastante transitado no coincidimos con mucha gente. Llegamos hasta un mirador con buenas vistas sobre nuestro destino, el Horseshoe Lake, sobre el núcleo turístico más cercano y el Nenana River, que marca en esta zona el límite del parque.





A partir de aquí el descenso se vuelve más empinado para llegar en pocos minutos a un cruce por el que regresaremos al cerrar el recorrido circular. Un poco más adelante tenemos además el desvío a uno de los puntos de interés de la ruta, el dique construido por castores que retiene el agua del lago en su salida al río Nenana.



Por desgracia no vimos ninguno, ni osos ni alces, tuvimos que conformarnos con alguno de los muchos cuervos que había por allí y las siempre simpáticas ardillas.



Regresamos al camino principal para llegar en pocos minutos al Nenana River, aquí cualquier río tiene un tamaño impresionante. Además en este punto salimos del bosque lo que nos permite disfrutar de vistas en todas direcciones, hacia la población cercana y hacia las montañas que dan la bienvenida al otoño con sus colores.




El recorrido continúa bordeando el lago, lo que nos permite disfrutar de vistas de la presa desde el otro lado.



A partir de ahí seguimos por un sendero más estrecho y rocoso justo en la falda de la montaña, todo sin apenas desnivel.






Pasamos junto a alguna pequeña "playa" de rocas y tierra y descubrimos la existencia de una isla repleta de píceas en el centro del lago.




Nos encanta disfrutar de la tranquilidad de este lugar y nos sorprenden las vistas de las montañas cercanas que, aunque ya fuera del Parque Nacional, son igualmente impresionantes por sus formas y colores abrumadores.





Pero la ruta llega a su fin. Nos despedimos del Horseshoe Lake y regresamos por el mismo camino ascendiendo hasta el aparcamiento junto a las vías del tren, coincidiendo justamente con el paso de uno. A poca distancia de aquí se encuentran la estación de ferrocarril y el aeródromo del parque.



Nuestro siguiente destino del día fue el Denali Visitor Center, un centro de interpretación con paneles explicativos, maquetas e incluso webcams con las vistas del Denali desde Wonder Lake. En él se dan a diario charlas gratuitas sobre animales u otros aspectos del Parque Nacional y se pueden reservar las rutas guiadas o las Discovery hikes, expediciones guiadas por los rangers para grupos de hasta 11 personas a través de la naturaleza salvaje con destinos diferentes cada día. Estos últimos es necesario reservarlos con un par de días de antelación y aunque son gratuitos hay que pagar los 34$ del billete de autobús. 




A pocos metros de aquí está otro de los centro de visitantes, el Murie Science and Learning Center, un espacio de aprendizaje donde se proyectan vídeos, con exposiciones y salas de conferencias, especialmente interesante para niños.





Nuestro siguiente objetivo era visitar las sled dog kennels, donde viven los perros que tiran de los trineos usados en el parque durante el invierno. Para llegar hasta allí hay autobuses gratuitos que salen del Denali Visitor Center unos 45 minutos antes.


Como la siguiente exhibición era a las 14 y teníamos hambre decidimos comer antes de ir unos raviolis de lata que habíamos comprado. Aunque dejaban bastante que desear (como la mayoría de la comida aquí) nos alegró un poco el acompañamiento... sardinas españolas!!! Nos hizo mucha gracia encontrarlas en el supermercado y no pudimos evitar comprarlas, aunque eran bastante peores que las que se venden aquí.




El autobús para ir a las kennels, que en nuestro caso salía a las 13:20, parte de una pequeña estación de autobuses que hay cerca del Visitor Center, podemos llegar hasta allí si seguimos las huellas de perros pintadas en el suelo. Una vez en él llegamos en unos 15 minutos. También se puede ir caminando en aproximadamente 1 hora (3 km en subida desde el Visitor center) por un sendero que avanza casi todo el tiempo paralelo a la carretera o en nuestro vehículo particular, ya que tiene aparcamiento propio en la milla 3 de la Park road (Headquarters area). Sin embargo, en temporada alta el aparcamiento se llena y por eso recomiendan el uso de los autobuses gratuitos que funcionan entre mediados de mayo y mediados de septiembre. En estos no hay límite de plazas, si se llenan ponen más hasta 15 minutos antes del inicio de la demostración.


Una vez allí podemos hablar con los ranger y voluntarios o pasear entre las casetas, muchos de los perros están fuera y se pueden acariciar o hacerles fotos. Son super buenos y muy bonitos y los niños que había estaban como locos. Un aspecto importante para las visitas es que no está permitido llevar mascotas.


Además de los perros hay una caseta con utensilios típicos de los trineos de perros y fotografías antiguas. No en vano el sistema de trineos arrastrados por perros se usa en Denali desde 1922,  manteniendo una antigua tradición ligada a Alaska desde sus orígenes.



En Alaska se celebra de hecho cada año una de las carreras más importantes del mundo, la Iditarod, para conocer a los mejores equipos de mushers. Pero si hay un suceso significativo relacionado con los trineos de perros es la "Great Race of Mercy", cuando en el invierno de 1925 una epidemia de difteria en la ciudad de Nome hizo necesario que 20 mushers y más de 100 perros llevaran la vacuna mediante relevos durante 1.085 km para salvar a la población, logrando la hazaña en menos de 6 días y convirtiéndose así en héroes.




En general las kennels están abiertas de 8 a 17 horas todo el año, aunque en invierno los perros pasan mucho tiempo fuera recorriendo el parque y es mejor consultar antes de ir. Se utilizan en lugar de las motos de nieve, además de por ser un Parque Nacional donde se pretende evitar el uso de vehículos a motor, porque son mucho más fiables, ya que las motos pueden averiarse y dejar tirado al ranger y con el grupo de perros es casi imposible no llegar a destino.



Pero si lo que queremos es disfrutar de una de las demostraciones ofrecidas por los rangers tenemos que visitarlas en unas horas concretas: entre el 1 de junio y el 1 de septiembre a las 10, 14 y 16 horas. Al igual que los autobuses son gratuitas y no hace falta reservar, duran unos 30 minutos y hay bastante espacio para verlas tanto sentados como de pie.

Lo que sí se debe tener en cuenta es que es al aire libre en una especie de anfiteatro de madera y se realizan con cualquier tiempo, por lo que conviene llevar algo para la lluvia o el frío según el caso.



La exhibición comienza con una introducción del ranger sobre la historia de los perros, lo que vamos a ver y algunas indicaciones mientras los voluntarios terminan de preparar a los perros. A nosotros nos recibió el ranger Jeff, muy simpático y muy claro en las explicaciones.



A continuación se produce el momento más emocionante, disfrutar de algunos de los perros en plena acción tirando de un trineo de ruedas en un pequeño recorrido de una vuelta para terminar justo delante nuestro.



Pero aún queda mucho más y es que el ranger nos cuenta un montón de curiosidades sobre los perros, desde las razas más comunes (huskies) hasta sus características físicas, su alimentación o cuidados y nos habla de cada uno de los perros que componen el equipo que hemos visto trabajar.





Acabada la demostración se pueden seguir visitando las casetas o coger los buses de vuelta al Visitor Center que van saliendo según va subiendo la gente. Aunque no es una actividad imprescindible a nosotros nos gustó mucho, se aprende un montón sobre estos animales tan especiales y si se va con niños es realmente recomendable.





Una vez de vuelta en la caravana pusimos rumbo a Savage River Campground, donde íbamos a pasar esa noche. 



Desde allí es posible ver el gran Denali en días despejados siguiendo el Mountain Vista trail, un paseo de unos 30 minutos con el que se llega hasta el río Savage y al que también se puede acceder desde el Mountain Vista Rest Area, zona de aparcamiento en la milla 13 de la Park Road, muy cerquita de allí. Aunque el cielo había estado cubierto casi todo el día a ratos salía el sol y teníamos esperanzas de poder verlo aunque fuera entre las nubes, pero no hubo suerte y regresamos a la caravana en busca de un plan alternativo. 

Una de las cosas curiosas que nos llamó la atención durante el viaje fueron las matrículas de los vehículos. En Estados Unidos son diferentes en cada Estado y en ocasiones llevan dibujos o nombres propios. En Alaska por ejemplo no es difícil encontrarlas con uno de sus anímales emblemáticos, el oso grizzly.




Para aprovechar lo que quedaba de tarde recorrimos los pocos kilómetros que nos quedaban hasta la milla 15, última a la que se permite llegar con vehículo particular. Allí dejamos la caravana en el Savage River Day Use area, que cuenta con WC y mesas de picnic, para hacer el Savage River loop trail, un sencillo recorrido circular junto al río de menos de 2 millas que se tarda en hacer aproximadamente una hora.


El camino está en buenas condiciones y apenas hay desnivel, al menos nada comparado con el Savage Alpine trail que conecta en 4 millas con el camping del que venimos  subiendo por la ladera contigua.



Aunque no es una ruta demasiado espectacular sí que transcurre por bonitos paisajes dentro del Parque Nacional.



El río avanza formando un valle entre dos zonas montañosas, Mount Margaret hacia el oeste y Healy Ridge hacia el este. Entre una de las muchas rocas vimos pasar rápidamente un perrito de la pradera, un tipo de roedor de la familia de las marmotas muy común pero al que no nos dio tiempo a fotografiar.



El recorrido no tiene pérdida sólo hay que seguir el sendero que  avanza primero por un margen del río hasta llegar a un puente donde se cruza y se regresa por el lado contrario.


Esta zona es bastante ventosa por lo que conviene ir provisto de ropa adecuada ya que puede molestar y hacer más frío que en la entrada del parque. Sin embargo las tonalidades ocres que empieza a coger la vegetación compensa cualquier inclemencia meteorológica.




Y como no pudimos hacer fotos del perrito de la pradera nos recreamos un buen rato con un conejo que encontramos ya llegando de vuelta al aparcamiento.





Aunque luego vimos muchos más a lo largo del viaje era el primero que nos encontrábamos y nos sorprendió verlo tan cerca, que no se asustara y estuviera tan tranquilo aunque pasara gente junto a él.



En este punto de la Park road, donde ya no es posible continuar con vehículo particular y acaba el asfalto, hay una caseta de guardas controlando el paso. Merece la pena llegar hasta aquí bien en coche o en uno de los autobuses gratuitos del parque sólo por los paisajes.




De vuelta en el Savage River Campground buscamos una parcela libre donde ubicarnos. En el papel que nos habían dado al hacer el checking comprobamos que no hay ninguna asignada, tenemos que escoger alguna dentro de las que se corresponden con nuestro tipo ya que hay dos clases de parcelas según la longitud de la caravana con precios diferentes: la B para tiendas o caravanas de menos de 30 ft (24$/noche) y las A o de mayor tamaño que cuestan 30$/noche. Además hay varios servicios, taquillas donde meter la comida para evitar que la huelan los osos y una zona con mesas cubierta.
Además hay una serie de reglas, como que la hora de entrada y salida son las 11:00 o que hay horas concretas para el uso de los generadores y horas de silencio.


Escogimos este camping porque era el más interior al que se podía llegar con la autocaravana sin tener que pasar un mínimo de 3 noches, como sucede en el Teklanika River, en la milla 29.

Dimos un paseo por el camping para conocerlo y por el camino nos encontramos con varias ardillas buscando algo de comida. La zona de acampada no es muy grande pero es bastante acogedor. Además en una de las parcelas se sitúan los host, donde dirigirnos para cualquier consulta y donde se dan charlas de unos 30 minutos sobre el Parque cada noche (a las 19:30), aunque nosotros no pudimos disfrutar de ellas ya que esa noche era de descanso semanal.

Sin perder la esperanza de ver algún oso o alce pasar junto a la caravana, cenamos en su interior y pasamos una noche muy tranquila aunque con algo de nervios por lo que nos esperaba al día siguiente.

2 comentarios:

  1. Muy interesante. No sé si el futuro nos deparará un viaje por Alaska, de ser así ya sé a donde tengo que venir para organizarlo requetebién :)

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    1. Muchas gracias por el comentario!!! :D Me alegro que el blog pueda resultar útil, si algún día os animáis y necesitáis cualquier cosa ya sabéis donde encontrarnos ;)

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